
Cuando comencé a coleccionar muñecas nunca pensé que acabaría publicando libros sobre mis centros de interés.
Cierto es que he pasado gran parte de mi vida escribiendo. Desde que tenía ocho años y tomé prestada la vieja máquina de escribir de mi padre no he dejado de crear historias, relatos, poemas,… Pero nunca publiqué nada.
Llegó el tiempo de estudiar en la universidad y, por supuesto, en mi fuero interno sabía desde siempre que iba a necesitar hacer algo relacionado con la escritura. Periodismo parecía aproximarse a la idea que tenía, por cierto, bastante idealizada, de mi profesión futura.
No sabría decir con certeza qué me defraudó de los estudios de periodismo, o, quizás, sí. Tuve la sensación de que no pertenecía a ese mundo en el que hacía falta trepar para escalar puestos y en el que no había cabida para el trabajo en equipo. Con esto no quiero decir que el mundo del periodismo sea así, no tengo la suficiente experiencia para saberlo, pero lo que sí intuyo es que esa percepción mía, me hizo tomar otro camino y desviarme por completo de mi proyecto inicial.
Trabajé en equipo en Disneyland París, trabajé mano a mano con mis compañeros en el hotel Meliá y, por fin, llegué hasta «el trabajo» en el que me hubiera podido jubilar, Spanair, … el destino acabó decidiendo por mí.
Mi sendero profesional y personal tomó otros derroteros, se abrieron bifurcaciones imprevistas y volví a tomar decisiones. Lo bonito de ese nuevo camino es que cerró un círculo; el que me iba a permitir publicar mi primer libro y retroceder a mi infancia y a aquellas tardes encerrada en mi habitación, mientras me dedicaba a martillear la máquina de escribir y mis pensamientos sobre el papel. Y es en estos momentos de divagación en los que siento la brisa de mi tierra, el olor de los arrozales y revivo aquel sentimiento de saber que detrás de aquellos edificios se ocultaba la playa, el mar, …
Sí, el círculo se cerró, el primero de ellos. No fue como lo soñé, ya que siempre pensé que escribiría una novela o algo de literatura juvenil. No, me estaba esperando otro tipo de escritura, aquella que necesita de la investigación para poder materializarse. La investigación me absorbió la razón.
Gracias a mi colección de muñecas y mi voluntad de catalogarla y saber exactamente qué era lo que tenía y lo que me faltaba, elaboré un listado casero, buscando todo tipo de informaciones, de fabricantes, de patentes, pero en un principio, lo que más busqué fueron nombres. Quería devolver a cada muñeca su origen, su identidad. Todo ello me ayudó a conocer a gente interesada en mi mismo hobby, muchos de ellos se convirtieron en amigos y hubo un momento en el que pensé que aquello que estaba realizando de una manera personal y casera, podría interesar a otras personas.
El bucle se cerró. He tenido la inmensa suerte de encontrar una editorial que ha confiado en mí y en mis proyectos: Diábolo Ediciones. Escribí sobre muñecas, y ya van cuatro libros.
El futuro está por ver, no sé a dónde me llevará la próxima bifurcación. Lo que sí sé es que me ha encantado compartir toda esta aventura y mis libros con las personas interesadas en las muñecas y en nuestra historia juguetera.
Quién sabe, el próximo sendero aún no lo vislumbro,… lo intuyo, pero aún no lo veo… ¿otra vuelta de tuerca? Dejaré al futuro ser futuro y, como siempre he hecho, me deslizaré adaptándome a los cambios, a las subidas, a las bajadas, pero me sentaré a disfrutar del arroyo, de su sonido, de su vitalidad y de su fuerza regeneradora.
Hasta pronto